sábado, 26 de octubre de 2019

Arashi-do


Todas las tormentas han logrado meterme dentro tuyo con violencia, que entres en mí para quedarte, alimentar la sed de los encuentros, reconocernos uno, imprescindibles, inexorablemente conectados..., se ha revelado allí, bajo la lluvia, impostergable, urgente y definitivo el amor que nos tenemos.

María Williams

Fotografía: Nepal . Steve Mc Curry

sábado, 27 de julio de 2019

Instantáneas antiguas


Cómo una serpiente sigilosa sube, desde mis entrañas hasta mi boca, una angustia profunda que me sella los labios.
Pasan velozmente instantáneas antiguas evocadas sin sentido. Mi visión se nubla. Mis pupilas se sumergen en las lágrimas que no dejo escapar.
Todavía intento explicar lo inexplicable. Dar sentido a lo que nunca fue.
Un remolino de hojas de un otoño tardío me trae al presente. Entonces me doy cuenta del dolor de los dientes apretados, la rigidez y el gesto adusto.
Respiro especulando que con la conciencia surjan los motivos... pero es en vano.
Me propongo pisar la tierra con firmeza para no volver a vagar por calles sin salida .
Hasta la próxima entrega...

María Williams

lunes, 9 de abril de 2018

jueves, 3 de noviembre de 2016



Cómo explicar lo inefable? Las palabras son… contradicciones… irresolutas. Los significados no significan las conexiones. Algo sintoniza sin esfuerzo, no hay necesidad de temple ni justeza. El vibrar de una cuerda ocurre en las entrañas, tiemblan la garganta, los labios, el vientre… La vida surge por obra y gracia del contacto, sin contacto. No hace falta escuchar… ni ver… los aromas evocan ese tiempo, el sabor de las lágrimas revela la impotencia.
Un extraño sentimiento de pleno y de vacío se apodera del pecho…y estalla el abrazo eterno ante el abismo.


María Williams

martes, 30 de agosto de 2016

Blue

Las distancias puestas son muchas veces sanas. Objetivarse, ver, observar lejano…
Extraña mi piel su sentido , el cuerpo apretado con otro cuerpo, la mirada penetrante en otros ojos, el roce de las manos en una misma dirección.
Un camino gélido me espera y lo recorro.
Como un túnel azul me acoge y organiza.
Cada paso que doy sigue siendo pétreo. Y avanzo a pesar de los cristales.
No está en mi naturaleza detenerme.
Pero por momentos duele, por momentos la memoria de unas manos duelen.
Caen a borbotones las lluvias de mi vida… ellas también tienen memoria de enjugados.
La soledad es mi amante y mi condena… siempre he tenido una relación masoquista con mis días.
Alguna tarde junto al agua clara, un atardecer frío que cobije su ropa, una noche nublada que arrope un padre ausente, un amanecer luminoso y tierno con olor a tostadas…
Despierta, Morfeo te ha dejado… y sus delirios.
La vida continúa y es un tramo…
Nunca tengo frío porque así subsisto, así me abstengo de lo que no me abraza…


María Williams

martes, 16 de agosto de 2016


Era de esas tardes que nos gustaron siempre…
Entre visillos bordados, tu mirada seguía mis pasos lentos por el parque.
Tras los vetustos marcos, sístole y diástole aceleradas te incitaban a correr.
Un extraño impulso te llevó a tomar la aldaba… mientras el temor a perderte te sujetaba la espalda.
Un sino de melancolía y drama te condujo de nuevo al piano, en el cuál ejecutaste la atormentada batalla de tu alma…
Mi imagen protagonista de cada alucinación no te abandonó nunca.
Tu abandono me acompaña por siglos.
Volví a pasar una y mil veces frente a tu ventana, esperando tus ojos que todavía tengo clavados en los míos… y lo lloré en las letras de infinitas odas.
El fruto de nuestro inmenso e inconcluso amor abonó miles de vidas, cientos de romances nacieron a su sombra… tu música… mis letras.
Hoy, después de tantas vidas sigo sintiendo tus elecciones sin elección.
Valga tanto dolor Federico para justificar el último aliento en el cual alguna vez seremos.


María Williams

viernes, 10 de junio de 2016

Como en una extensa galería de arte, recorro cada imagen, todas me parecen perfectas, cada una evoca un momento, un diálogo, una luna, un amanecer.
Las hago mías al instante, hasta que un duro golpe en el patíbulo sesga el velo y cae.
En espiral retorno viendo en perspectiva, y me duele el desgarrado cuerpo de la Maya.
Clavo un puñal, en cada lienzo, empapado en las aguas de Leteo con el deseo profundo del olvido. Mas el fuego de mi corazón lo seca de inmediato y duele, y continúa abierta la herida y un inmenso anhelo la cose burdamente con tientos trenzados de recuerdos. Caigo en espiral de nuevo al claustro y pienso en el sabio Zaratustra, eterno resurgente … “Estoy hastiado de mi sabiduría … tengo necesidad de manos que se extiendan”

María Williams